¡¡¡Qué confusión!!!, relato

Cada año ACCU España premia los mejores relatos cortos sobre la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa que participan en el certamen Crohnincol.

Este es el relato, escrito por Esther Blas Marchamalo, obtuvo el segundo premio de la octava edición, la del 2018.

El avión volaba por encima de las nubes y sobre ese suelo tan inocente y mullido brillaba un sol radiante que iluminaba un montón de nubes blancas sobre las que parecía a punto de aterrizar.

 

En el exterior todo era suave y placentero pero, pegado a la ventanilla, Manuel se sentía inquieto pensando que de un momento a otro debería pedir a su compañero de asiento que le permitiera salir de nuevo hacia el lavabo.

 

Volvía de Singapur y tras una semana de entrevistas, reuniones y negociaciones acababa de cerrar un importante un importante contrato con tres grandes cadenas de alimentación de ese país para distribuir allí los selectos vinos que comercializaba la empresa donde trabajaba.

 

Llevaba tres horas en aquel avión y a la media hora de despegar, tuvo que salir casi corriendo hacia el lavabo. Su cabeza parecía una olla a punto de hervir y sentía que los nervios le podían jugar una mala pasada en cualquier momento.

 

Hacía medio año que en solo quince días sentía que su vida había cambiado y nada iba a ser lo mismo.  Aunque ya llevaba un poco de tiempo que no se sentía bien, vuelven a su memoria aquellos tres horribles días que estuvo casi pegado a una taza del wáter,  aquel montón de pruebas, esa semana en el hospital… él, un triunfador en el ámbito laboral, admirado en su entorno social por el puesto que ocupaba en su empresa;  él que era un héroe para sus hijos adolescentes con lo poco frecuente que suele ser esto; él que tenía una mujer estupenda en todos los sentidos; él que cuidaba al máximo su aspecto físico;  él que tenía una cabeza privilegiada, frío y duro en los negocios pero afable y social en el trato con los clientes... sí, sí, a él le habían diagnosticado una enfermedad de la que no había oído hablar nunca: tenía colitis ulcerosa.

 

Cuando aquella tarde, un médico amigo suyo le comentaba en el club de campo lo que supone esa enfermedad corroborando lo que ya le habían explicado en el hospital, no podía creerlo.  Su amigo trataba de hacerle ver que había cosas mucho peores, que era molesto sí, que la enfermedad era crónica, que era una enfermedad poco glamurosa ¡¡¡poco glamurosa!!! decía, pero no era el fin del mundo… ya… pero si le estaba diciendo que funcionaba por “brotes”, que cuando el sistema inmunológico falla, no saben porque lo hace.  Su amigo ¿no estaba orgulloso de lo que avanza la medicina? Y ¿cómo es que no sabían controlar esto?

 

Tardó casi un mes de volver al trabajo y fue muy duro porque no pensaba explicar qué le pasaba, además tuvo que aguantar bromas sobre sus “periodo de descanso” al margen de las vacaciones: había adelgazado y con la cortisona que le había puesto no tenía mal aspecto, de hecho tenía la cara rellenita y si se hubiera puesto un poco moreno podría pensarse que se había tomado un mes sabático en una playa del Caribe.    

 

Sus nervios seguían en aumento, es verdad que con tanta reunión había comido cualquier cosa y de forma irregular Esas comidas tan raras para “socializar” con los futuros clientes y a las que no estaba acostumbrado, ese beber a las tantas… ¡¡estaba en brote!! Estaba seguro, y encima en el asiento de la ventana, pero ¡¡¡que pintaba ese sol radiante encima de las nubes!!! Si al menos pudiera dormir en ese asiento que se reclinaba hasta casi convertirse en una cama… imposible… el dichoso brote le iba a dar el viaje, le iba a privar de celebrar su éxito y ¿cómo iba a explicar qué le pasaba?…

 

Han pasado cinco años de aquel interminable viaje en el que sólo hubo de levantarse una segunda vez al baño y el único problema es que le habían sentado mal las ostras que había tomado en la cena de despedida con sus clientes poco antes de salir hacia el aeropuerto, por cierto, igual que le había pasado a uno de sus clientes de aquel entonces con quien ahora tenía una amistad personal más allá de lo laboral.   

 

En este tiempo ha tenido un par de brotes fuertes, y algún que otro episodio leve, tiene un médico estupendo que le controla con regularidad, ha aprendido a cuidarse y no asustarse, a aceptar que es incómodo pero no tan malo, conoce mucho mejor cómo funciona su cuerpo, puede seguir con su vida, no es un bicho raro y afecta a mucha más gente de la que pensaba, ha conocido a gente de todo tipo y condición con lo mismo, hablar de la enfermedad si llega el caso, no le supone ningún problema incluso se ha convertido en referente para un par de personas, ¡¡¡qué ironía!!!

 

Sonríe cuando recuerda lo largo que se le hizo aquel primer viaje y hasta hace un chiste cuando le preguntan sobre sus constantes idas y venidas a Singapur… ¿sabéis cuánto tiempo se tarda? Pues el avión 12 horas, algún pasajero hasta dos días…

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Crohn, Colitis Ulcerosa, Crohnincol, certamen, relato, ganador

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Relatos CrohninCol

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