Anemia en EII
Es frecuente que las personas con crohn o colitis ulcerosa suframos anemia por un motivo u otro.
La anemia es una insuficiencia de glóbulos rojos o falta de hemoglobina en la sangre que hace que no se pueda transportar el oxígeno desde los pulmones a las diferentes partes del cuerpo provocando que la función de las células sea deficiente.
Algunos de los motivos por los que las personas con crohn o colitis ulcerosa sufren anemia son la pérdida de sangre, la ingesta insuficiente de alimentos con hierro o la propia inflamación.
Existen diferentes niveles de anemia, que pueden ir desde leve a grave. Los tipos de anemia más frecuentes en las personas con enfermedad inflamatoria intestinal son:
Anemia ferropénica. Su causa es la escasez de hierro en el cuerpo. ¿Y qué tiene que ver el hierro en todo esto? El hierro es un mineral necesario para que el cuerpo pueda fabricar la hemoglobina y la mioglobina (las encargadas de transportar el oxígeno a las diferentes partes del cuerpo) Además, el hierro también se usa para producir hormonas y tejido conectivo.
Anemia déficit de vitaminas. El ácido fólico y la vitamina B-12 también son necesarios para producir suficientes glóbulos rojos. Una dieta baja en estos y otros nutrientes o que el área del intestino que los absorbe este afectada por la EII pueden producir una disminución la producción glóbulos rojos.
Anemia por enfermedad crónica. La propia EII, al igual que otras patologías crónicas, puede interferir en la producción de glóbulos rojos.
Los síntomas de la anemia aparecen de forma gradual y son de diferentes de una persona a otra. Al igual que otros síntomas del crohn o de la colitis ulcerosa, la anemia no solo afecta físicamente al paciente sino que también tienen un impacto emocional y psicológico (te puedes sentir triste, frustrado o de mal humor) e, incluso, social (la fatiga y la debilidad muscular pueden impedir que desempeñes tus actividades diarias y la socialización) En definitiva, condiciona la calidad de vida de quien la sufre.
Algunos síntomas de la anemia son:
- Fatiga
- Pobre concentración, dolores de cabeza, vértigos o mareos
- Palidez de piel y mucosas o piel amarillenta
- Aumento de la frecuencia y de la profundidad respiratoria, sentir que te cuesta respirar
- Taquicardia, palpitaciones.
- Pérdida de peso.
- Irritabilidad, cambios de humor, insomnio
- Falta de energía, falta de apetito, entumecimiento de pies.
Si percibimos algunos de estos síntomas, debemos comunicárselo a lo profesionales de Atención Primaria o a los digestivos. Ellos son quiénes deben determinar si tenemos anemia, o no, a través de una prueba tan sencilla como es la analítica de sangre.
En función del tipo de anemia que suframos o de si el leve o grave, el facultativo nos pautará un tratamiento determinado: suplementos de hierro, de vitamina B-12, ácido fólico, una dieta rica en hierro,…
Los suplementos de hierro se pueden presentar en diferentes formatos. Normalmente, para tratar una anemia leve se suele usar un suplemento oral, un formato que se suele recetar a pacientes de EII en remisión. En cambio, si el hierro oral no se tolera bien o la anemia es severa se optará por administrarlo de forma intravenosa. De hecho, hay muchas personas con crohn o colitis ulcerosa que tienen dificultades para absorber el hierro de forma oral y por ello deben recibirlo por vía intravenosa. En situaciones muy concretas se puede determinar la necesidad de que haya que hacer una transfusión de sangre.
Cuando estamos siendo tratados con suplementos de hierro conviene tener en cuenta las indicaciones a seguir ya que hay alimentos y fármacos que pueden interferir en su absorción. En general, suele ser mejor tomarlos en ayunas acompañados de alimentos con vitamina C, como los cítricos o los tomates. También hay alimentos que interfieren en la absorción de hierro, alimentos con cafeína o la leche, por ejemplo, y que normalmente se recomienda no tomarlos al mismo tiempo que los suplementos. Ante esto, lo más adecuado es que hablemos del tema en consulta para tener claro cómo y cuándo tomar el tratamiento.
Para prevenir la anemia ferropénica y mantener los niveles de hierro en sangre podemos llevar una dieta rica en alimento en hierro. A través de los alimentos, el hierro puede provenir de fuentes de origen animal (hemo), que tienen muy buena absorción, o vegetal, cuya absorción es muy baja.
Alimentos ricos en hierro:
Carnes rojas y magras
Pescado
Hígado y morcilla.
Legumbres: garbanzos, lentejas, soja, guisantes, germinado de lenteja.
Frutos secos: anacardos, nueces, avellanas, pistachos, almendras tostadas
Mariscos de concha: sobre todo berberechos, almejas y mejillones.
Es cierto que en este listado hay muchos alimentos que no sientan bien a todos los pacientes, pero es listado de referencia que se puede adaptar a nuestras necesidades nutricionales en función del estado en el que nos encontremos.
Fuentes
Clínica Mayo Medlineplus EFCCA Fundación del Corazón NIH
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