Cannabis y EII

El uso del cannabis para controlar la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa suele ser un tema controvertido

El uso del cannabis o marihuana para controlar la enfermedad de Crohn (EC) y la colitis ulcerosa (CU) suele ser un tema controvertido que genera preguntas entre algunos pacientes.

El cannabis contiene dentro de sus compuestos la molécula de tetrahidrocannabinol (THC), un psicoactivo o psicotrópico responsable de la aparición de los efectos secundarios. Además, contiene más de 500 compuestos químicos diferentes, entre ellos al menos 113 cannabinoides (a parte del THC) tales como el cannabidiol (CBD), el cannabinol (CBN) o la tetrahidrocannabivarina (THCV), que tienen efectos distintos a los del THC y también actúan en el sistema nervioso.

A causa de su alta solubilidad en lípidos el THC se acumula en el tejido adiposo y persiste en el cuerpo durante un largo periodo de tiempo. Incluso después de una sola administración de THC, se encuentran niveles detectables en el cuerpo durante semanas o más (dependiendo de la cantidad administrada y la sensibilidad del método de evaluación). Varios estudios han sugerido que este es un factor importante en los efectos de la marihuana, tal vez porque los cannabinoides pueden acumularse en el cuerpo, especialmente en las membranas lipídicas de las neuronas.

Los cannabinoides actúan en los receptores CB1 y CB2 del sistema endocanabioide, un grupo de receptores que en los mamíferos están localizados en el cerebro y otros puntos del sistema nervioso central y periférico. Los receptores CB1 se expresan principalmente en el cerebro, donde causa sus conocidos efectos psicotrópicos y el sistema nervioso entérico. Por el contrario, los CB2 se encuentran en el sistema nervioso entérico (que controla algunas funciones del aparato digestivo), en células inmunes (macrófagos y células plasmáticas) y en células epiteliales gastrointestinales.

A pesar de que ha habido interés en el uso del cannabis como tratamiento para la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), a día de hoy no hay evidencia definitiva que demuestre que la formulación actualmente disponible pueda controlar la inflamación. Sin embargo, el uso de cannabis en diversas formas se ha asociado con mejoras en las náuseas, el dolor abdominal y el apetito en la mayoría de los pacientes.


Tres estudios observacionales de aproximadamente 300 participantes adultos con EII (1,2,3) y un estudio de 37 adultos jóvenes de 18 a 21 años (4) de edad sugieren que el consumo de marihuana se asocia con un alivio subjetivo de los síntomas. En la literatura actualmente hay 2 ensayos clínicos controlados con placebo en adultos con enfermedad de Crohn. Los resultados demostraron que los cigarrillos con Δ9-tetrahydrocannabinol (THC) mostraban una mejoría de los síntomas, pero no en los marcadores de la inflamación en comparación con el placebo (5); asimismo, una dosis baja de cannabidiol (CBD) en comparación con el placebo no mostró ningún beneficio para la EC (6).


Varios estudios basados ​​en cuestionarios han confirmado el uso actual de cannabis en un 6.8–15.9% de los pacientes adultos con EII, con un uso de por vida en 48.1–67.3% de los pacientes (1,2,7,8,9,). Un estudio canadiense encontró que el 17.6% de los pacientes con EII eran actuales o anteriores usuarios de cannabis específicamente por la EII (3). En una cohorte de adolescentes, el 32% de los pacientes con EII habían consumido marihuana, el 57% con fines medicinales (10). Las razones más comunes para el uso del cannabis fueron para aliviar el dolor abdominal, la diarrea o la anorexia (1,2,3, 9,10,11) y su uso fue mayor en pacientes con cirugía previa o necesidades analgésicas crónicas (1,2,9).

También se han demostrado mejoras en la calidad de vida (2) junto con una reducción en el índice de Harvey-Bradshaw (11), un índice concebido para recopilar de forma sistemática datos clínicos de la enfermedad de Crohn. Una encuesta a gran escala en la población con EII en Estados Unidos confirmó una edad más temprana en el consumo de cannabis en pacientes con EII así como un mayor consumo, en comparación con la población general (8).

Sin embargo, los riesgos asociados con el consumo de cannabis en pacientes con EII deberían ser analizados en profundidad, habiendo identificado otro grupo de investigación una asociación entre el consumo prolongado de cannabis [> 6 meses] en enfermedad de Crohn y una mayor incidencia de cirugía previa (cociente de probabilidad 5.030 [intervalo de confianza del 95% 1.449–17.459]) (3).


Un estudio sobre los efectos del THC inhalado 'según sea necesario' en pacientes con EII [n = 13], demostró resultados en la analgesia, mejoró la calidad de vida y aumentó el índice de masa corporal (12). Una reducción en el índice Harvey-Bradshaw se observó en pacientes con crohn así como una ligera disminución en la puntuación parcial del índice de Mayo en pacientes con colitis ulcerosa. Posteriormente, se publicaron los resultados de un ensayo prospectivo sobre el THC inhalado en crohn que, aunque no lograron su punto final primario de mayor remisión clínica (5), evidenciaron efectos en la respuesta clínica según lo evaluó el índice de la actividad de la enfermedad de Crohn (CDAI): un sistema de puntuación basado en parámetros clínicos en gran medida sin una evaluación objetiva de la inflamación (13). Los pacientes informaron de una mejor calidad de vida y dolor reducido, lo que probablemente explica la reducción de CDAI sin que necesariamente haya un efecto sobre la inflamación. Otra hipótesis es que, habiendo elegido a pacientes con enfermedad refractaria se pueden haber enmascarado beneficios más sutiles.

El mismo grupo realizó un ensayo controlado aleatorizado doble ciego de CDB oral en enfermedad de Crohn (6). No se identificaron problemas de seguridad, pero no lograron alcanzar el objetivo final primario de una reducción en el índice  CDAI después de 8 semanas. Si bien esto puede representar que la CDB no logró el objetivo de ejercer efectos antiinflamatorios en los pacientes, el procedimiento de asignación al azar hizo que se suministrará CDB al 60% de pacientes fumadores mientras que ninguno de los que recibieron el placebo era fumador. Como está demostrado que el consumo de tabaco está asociado con una enfermedad más difícil de tratar, el tabaco puede haber enmascarado un efecto de la CDB.

El Cannabis sativa inhalado con THC se probó en pacientes con colitis ulcerosa extensa o distal refractaria a los medicamentos, incluidos las tiopurinas y los agentes biológicos y se publicó en forma de abstract (14). En este estudio, el grupo placebo inhaló Cannabis sativa de la que se había extraído el THC. El estudio no demostró ningún efecto del THC sobre la proteína C reactiva [CRP] o los niveles de calprotectina en comparación con el placebo. Se observó un efecto modesto en el índice CDAI y en la puntuación parcial endoscópica del índice de Mayo. Sin embargo, se observaron mejoras en términos de dolor abdominal, apetito y satisfacción general.

Recientemente se ha publicado un ensayo clínico aleatorizado, controlado con placebo, en pacientes con CU activa leve a moderada (15). Los participantes debían recibir una dosis nula o estable de ácido 5-aminosalicílico [5ASA] antes de ingresar. Es importante destacar que este ensayo incorporó la evaluación endoscópica y la medición de la proteína C reactiva y la calprotectina fecal como medidas objetivas de inflamación, junto con puntuación clínica. El ensayo no logró el objetivo principal de la remisión clínica, pero sí la reducción de la puntuación del índice de Mayo y la mejora en la calidad de vida. Sin embargo, solo el 59% de los pacientes tratados cumplió con el protocolo que se les había indiciado, debido a los efectos adversos que probablemente se deban al componente THC.

La mayoría de estos estudios clínicos son estadísticamente poco potentes debido al limitado número de pacientes reclutados y también carecen de calidad metodológica.

La prevalencia estimada del uso de Medicina Complementaria y Alternativa (CAM) en pacientes con EII es alta, oscilando entre el 21% y el 60% (16,17,18,19). Las razones para el uso de CAM incluyen el deseo de enfoques holísticos para complementar la terapia convencional; la percepción de que los remedios herbales son más naturales, menos tóxicos o inofensivos; una falta de respuesta o efectos secundarios indeseables de la terapia convencional; y el deseo de un mayor control de la enfermedad y los síntomas para mejorar la calidad de vida (QOL) (20,21).

De hecho, cuando se les preguntó a los pacientes por qué usan cannabis para su enfermedad inflamatoria intestinal, el 46,4% respondió que escucharon que el cannabis ayudaría, el 41,1% dijo que estaba frustrado con su enfermedad, el 37,5% quería probar un enfoque diferente y el 26,8% dijo que los medicamentos recetados por los doctores no ayudaron.

Entre los que usaron cannabis para su EII, solo el 39.3% informó haber discutido este uso con su médico y la mayoría de los médicos (81.8%) se mostraron indiferentes o no apoyaron el uso de la marihuana para el tratamiento de la EII (3).

La disponibilidad de marihuana medicinal y la falta de pautas para el tratamiento, hacen sí que los pacientes tiendan a utilizar esa sustancia con la ayuda de una amplia gama de consejos y opiniones no profesionales, una situación extremadamente indeseable, siendo el cannabis una sustancia psicotrópica y no exenta de riesgos.

España se está convirtiendo en un país productor en Europa mientras seguimos sin llegar a un acuerdo sobre su regulación. La falta de atención respecto a esta cuestión desde los médios, la atención sanitaria y, también, a nivel legislativo pone en riesgo a todos estos pacientes que sienten necesitar este tipo de tratamiento y que lo consiguen  por vías alternativas (mercado ilegal). Siendo ilegal el consumo no medicinal del cannabis en España, los pacientes no informan sus médicos de su utilización y la sensación de bienestar que pueden probar puede enmascarar una inflamación activa determinando complicaciones en la enfermedad de las que el equipo profesional no es consciente.

El uso permanente de esta sustancia está asociado con deficiencias cognitivas y deficiencias en la motivación, el aprendizaje y la memoria, así como con un mayor riesgo de accidentes automovilísticos y disminución de la fertilidad. El análisis de la leche materna de madres que consumieron cannabis detectó THC hasta 6 días después del último uso. Las concentraciones estaban directamente relacionadas con la intensidad y la frecuencia de uso, y los autores sugirieron que esto podría influir en el desarrollo del cerebro durante este período (22).

Actualmente, fuera de los ensayos clínicos no se puede demostrar hasta qué punto hay mejoría o si no la hay ni la seguridad del consumo del cannabis.

Autora: Claudia Savini, Dra. en Ciencias Biomédicas

Bibliografía:

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  22. Bertrand KA, Hanan NJ, Honerkamp-Smith G, Best BM, Chambers CD. Marijuana Use by Breastfeeding Mothers and Cannabinoid Concentrations in Breast Milk. Pediatrics. 2018 Sep;142(3).

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Crohn, Colitis Ulcerosa, cannabis, marihuana, maría, calprotectina

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